sábado, 25 de septiembre de 2010

Payasito.







De la mano de su madre,con el vestido colorido ondeando alrededor de su pequeño talle,frágil como el de las hojas al viento,caminaba por los corredores del tren,atestados de gente cuyos destinos eran variados.


Sus ojitos enormes y negros miraban con curiosidad apagada todo lo que la rodeaba:Aquél hombre de gris,una anciana cargando un pesado bulto.
Gente jóven con artilugios raros en las orejas.
Todo el mundo se veía gris.Así como las peliculas de los sabados,de gente en blanco y negro.Así lo veía todo.

Miró luego a su madre,apresurada.Se preguntó que tan parecidas se verían en ése momento:
Caras blancas,narices rojas,sonrisass falsas delineadas en la boca.Sonrisas amplias que llegaban casi a la oreja.
Zapatos que doblaban la medida real de sus pies.
medias coloridas.remendadas un sinnumero de veces.

No podía recordarlo bien,pero algo sí sabía:Desde el día que papá se fue,portando ropa verde oscura,y se despidió de ambas con un beso suave,mamá había pintado con lágrimas en los ojos una sonrisa falsa en su rostro.
Lloraba diario.por las noches cuando creía que ya estaba dormida.
Pasaan días enteros que no veía a mamá y quedaba al amparo de la abuela.pero ella era muy vieja.siempre dormida.a veces no la escuchaba cuando lloraba al caer y se raspaba la rodilla.
Dejó de hacerlo pronto.No lloraría porque cuando mamá regresara,lo menos que querría sería verla llorar por cosas tan chiquitas.

Sucedió entonces que mamá regresó,con una bolsa de plastico en la mano y una triste sonrisa en la cara.

-Papá se fue ya al cielo,amor...-le dijo entre sollozos pausados.

¿Cuánto tiempo había pasado desde que papá se había ido con Papá Dios?

Llevaron rosas blancas a un panteón.Las dejaron encima de un montón de tierra donde mamá decía que papá dormía.y ella dejó una crucecita hecha de palitos e hilo rojo hecha con sus manitas.

A los pocos días,mamá entro en la casa,y besó a su hija en la mejilla.
entonces la vistió con un vestido gris de volantes con muchos parches de colores.y la carita ahora era igual: blanca,con esa sonrisa grande y la cómica nariz.
Unas medias de mil colores,nuevas.y zapatos rojo brillante abultados y grandes.

Así salió una fría mañana de invierno con mamá,apenas con un bolillo duro en el estómago.


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Subieron rápido a uno de los atestados vagones de la tarde cálida.
las personas indiferentes miraban por las ventanillas.
una mujer miraba fijamente a un caballero de traje blanco frente a ella.
una niña abrazaba una muñeca que envidió por un segundo.Mamá no tenía dinero,ni tampoco los santos reyes que cada año ahora llevaban un dulce de esos de la tienda,y una carta pidiendo disculpas.Pero mami decía que los regalos eran humildes,como el niño Dios al nacer.

Empezó una repetitiva faena.mami contaba chistes,hacía gestos graciosos.con su figura menuda,bajita y andares delicados.
sus manos se retorcían al hacer bailes gitanos.

la pequeña se sentía observada.Dirigiendo la mirada a un asiento cerca a la puerta,había una muchacha.Vestida de negro,de cabello corto y oscuro.sus ojos la miraban tan fijamente que por un segundo se sintió atrapada.
Tenía las manos en el regazo.y un libro de cubierta bonita y roja bajo las manos morenas.

Apresurandose,caminó alejandose de ella,extendiendo la mano para pedir una moneda.
una moneda que ya nadie tenía.
una moneda que lanzaban a sus pies con desprecio.
una mirada que se fijaba en ella con lástima.otra más con recelo.

Llegó inevitablemente a la muchacha de mirada fría.le temía.
Pero ella sonrió de una forma casi mecánica.Esas sonrisas que se congelan por segundos,viejas.Sonrisas que aprecias de vez en cuando porque se nota que no son generales.

En sus manos puso dulces.le dió comida.y sacó su monedero blanco y le llenó la canastita de moneditas.

Con los ojos como platos observó a la jóven que ahora se levantaba y al abrir sus puertas el tren salió disparada con el libro rojo bajo el brazo y una pesada mochila al hombro.

Corrió con mamá y mostró los regalos.
Mamá lloró de nuevo,con una sonrisa enorme en la carita..¡Una sonrisa al fin!
Ambas se tomaron la mano,y corrieron al siguiente vagón.
y la rutina volvió de nuevo.de adelante hacia atrás y regresando.
los pies doloridos a media noche regresaban a casa.de la mano de mamá.

-¿porqué en la mañana hay niños como yo vestidos igual y con mochilas?-Le preguntó a mamá.y se arrepintió.

Mamá puso en su platito un pedazo de pan dulce comprado poco antes y le miro fijamente.

-van a la escuela.

-y a qué van?-interrogó.

-a Aprender a leer,a escribir y a cosas así-respondió nerviosamente la joven madre.

-Yo puedo ir?-

Mamá se mantuvo en silencio mientras la pálida luz de la miserable habitación oscilaba.

-quieres ir,mi amor?-preguntó mamá a modo de respuesta.

-Sí!-Dijo la pequeña.

Mamá se acercó y beso su frentecita.
-Un día.cuando todo sea mejor.

COn entusiasmo en el día en que todo sea mejor la niña saltó felizmente alrededor de su madre.
La mujer le miraba con nostalgia

¿qué día será el día en que todo sea mejor?se preguntaba una y otra vez,como si repitiendo la pregunta la respuesta llegara automaticamente.
Recordó entonces que un día de sus andanzas solitarias,un hombre anciano la encontró afuera de un café.
Con las manos en los bolsillos de un pantalón elegante y un sueter gris;lentes oscuros de apariencia de mosca cubriendo sus ojos.

Miraba ella con hambre y deseo los pasteles.el encargado salió a encararla y a gritarle que se largara cuando el hombre lo miró.
-porqué corres a mi invitada?-preguntó.Ambos(el encargado y la mujer) lo miraron asombrados.
El encargado se fue refunfuñando y el hombre le tendío un brazo delgado,presa de la edad.
la sentó a una mesita en las afueras y ella lo miró aterrada

-Señor hmmm...yo no tengo dinero,no puedo pagar.perdoneme!
-y yo cuando te dije que me pagaras?Yo sé que tienes hambre hija.-dijo él.

El hombre pagó la comida de la mujer.y bebió una coca cola de lata para acompañarla,sin fijarse en la casi desesperación con que ella comía.

Al poco rato,sin exigirle explicaciones.la llevó a su casa,donde la pequeña corrió a su encuentro. mirando al señor con recelo.

El hombre sin quitarse jamás los lentes oscuros acarició suavemente la cabecita de la niña y le dijo:

-Yo tengo una hija,como tú.Un día espero la conozcas,siempre está estudiando,o leyendo algo,es muy inteligente!-le contó con un dejo de alegría en la áspera voz.
Había algo en aquel hombre que daba confianza.inspiraba respeto,inspiraba amor.

-puedo jugar con ella?-Preguntó alegremente la niña.

-No sé,ya tiene mucho que no juega.ya no la veo tanto,pero espero que un día lo hagan.-Contestó el señor con un dejo nostálgico en la voz para seguir-Si las cosas fueran sencillas,entonces todos las harían.Un dia todo será mejor.porque yo empecé como ustedes.y ya casi termino de poner mi casa,que con años construí.
tiene un cuartito extra,cuando quieran se van con nosotros,a mi casa.
Ofreciendoles una desdentada sonrisa,el señor se alejó dejandole un billete verde a mamá que con lágrimas en los ojos no podía dejar se sonreir.

-Le prometo que se lo voy a pagar,se lo prometo!
-Yo no te lo doy para que me pagues,un día tal vez.sólo no pierdas la fe en ti ni en tu niña.-respondió

Mamá agradeció las atenciones al señor.y el hombre se fue en un bonito carro blanco con un curioso dibujo en la puerta,y angelitos adornandolo por la mitad.Un taxi blanco.

La mujer sonrió al desvanecerse lentamente el recuerdo del anciano señor.

Y una vaga sombra de esperanza beso sus mejillas pálidas

-Pronto,si trabajamos,todo será mejor.


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3 comentarios:

  1. nita debo decir q m aunq no m agradan los payasons D: la historia es linda, cuando una ventana se cierra otra se abre y el anciano fue la ventana q la mama ncesito momentaneamente q bella leccion de vida en unas cuantas o muchas lineas , ya kiero ver la continuacion :D

    tkm... felicidades!!!

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